El domingo, arribe a mi casa a las 6 am luego de asistir a la fiesta de mi amigo Pepe lucho, un poco mareada, adolorida y sola, me tire a mi cama a dormir. En la fiesta habían sus muchachos guapos, pero para mala suerte mía, el único que parecía querer besarme, era un muy gracioso personaje que se parecía a Harry Potter. Alto -si, delgado, pelos locos, lentes redondos y un muy tonto sentido del humor. Mientras Harry me contaba que trabajaba en el ONU (aja), yo retrocedía temerosamente, mirando a los lados tratando de hacer contacto visual con algún amigo salvador, pero nada parecía salvarme. Este muchacho se me acercaba al rostro cada vez mas, viéndome obligada a retroceder hasta quedar arrinconada, la temperatura del lugar seguía subiendo bajo los ritmos electrónicos de DJ LSD y Harry no parecía pensar en retroceder ni siquiera para sacarse el saco y la chalina que tenia bien amarrada al cuello. Finalmente por obra y gracia del señor, alguien lo distrajo y me fui corriendo con las excusa de necesitar el baño. Claramente no volví. Pobre Harry, lo deje ahí botado. Pero el día siguiente me enseñaría, que no necesariamente fue Harry el “pobre”…
Bueno apenas escape de sus garras, fui en busca de mis amigas, quienes ya querían volver a casa.
Al día siguiente, con una resaca tremenda, echada en mi cama viendo películas, sola. Pensaba como necesitaba alguien para abrazar en ese momento, quizás si hubiera dejado a Harry hacer lo suyo, quizás si Patrick no estuviera comprometido, quizás si cambiara tantas cosas en mi vida, y solo quizás podría tener a alguien que me acompañe todas las noches y me engría todas las mañanas.
En este fin de semana me di cuenta por décima ves en el mes, lo sola que puedo estar. Los días y las noches me lo recordaron constantemente. Ni la muestra fotográfica de Patrick, me salvo. Yo llegaba al lugar y el ya se iba, con su enamorada de la mano, fui presentada y con besito de por medio. Se nota que ella me teme, estoy segura que nos volveremos a encontrar.
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